jueves, 18 de noviembre de 2010

Tópicos: El dragado y nuestra inocencia política

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Tópicos: El dragado y nuestra inocencia política

Claudio Alpízar Otoya
Politólogo

Quiero empezar estas líneas con una frase que utilice en mi última publicación: un país sin ejercito ésta obligado a tener el mejor cuerpo diplomático para que represente y defienda sus intereses a nivel internacional.

Los primeros días del conflicto generado por el dragado del Río San Juan desnudaron a nuestra Cancillería en su falta de estrategia y tácticas. Empezamos dando “palos de ciego”, nos mostramos inocentes en un proyecto que hace años Nicaragua viene trabajando y tramando con socios regionales. El manejo tecnócrata que se le quiso dar al asunto no fue el apropiado para un tema que es político, y que gracias al redireccionamiento, lobby y disertación del Embajador Enrique Castillo terminó dándole a Costa Rica un sufrido triunfó político, pero el asunto no ha acabado.
No debemos obviar que por la coyuntura en que se encuentra la Organización de Estados Americanos (OEA), la aprobación por 22 naciones del proyecto de solución al conflicto planteado por su Presidente y la Secretaría General, le dio a Insulza y al organismo un soplo de aire, de respecto y de aprecio de los estados americanos para mantener vivo este importante foro.

Costa Rica por su carencia de fuerzas militares debe ser el país de la región más interesado en recuperar el papel protagónico de la OEA, un escenario propicio para dilucidar los conflictos regionales. Creo que la decisión de acudir a esta instancia como primer paso de solución al conflicto fue correcta. El principio de excepción en la toma de decisiones indica que no se debe pasar a una instancia superior si existen otras previas en las cuales hay autoridad formal para tomar decisiones, además, fue un escenario propicio para mostrar a Costa Rica como nación respetuosa del ordenamiento y la legalidad regional.

No debemos olvidar que la eliminación del ejercito en Costa Rica (1949) en mucho se sustento en el respaldo con nuestra firma (1948) al Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR), por medio del cual los países de la región se comprometen a asistir a sus pares en caso del ataque por fuerzas militares de otra nación. Ahora bien, si el conflicto se entraba en la OEA el país podría subir el tema a la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero con la fortaleza que le da la razón y el respeto a un debido proceso internacional, así como el sustento de no haber pisoteado ni menospreciado el papel del organismo regional. No es a una nación que cree en la paz, el diálogo y la desmilitarización a la que le toca rechazar estas instancias, todo lo contrario, debe promoverlas y fortalecerlas.
Tampoco son los estudiantes y las escuelas -como obcecadamente algunos repiten- el ejército de Costa Rica. Esa frase bonita denota una gran irresponsabilidad al poner a nuestros niños y adolescentes delante de una responsabilidad que compete a los adultos. Nuestro “ejército” debe ser un extraordinario cuerpo diplomático que tenga “brazo” político y legal para las diversas situaciones que se puedan presentar.

La participación y la experiencia de Embajador Castillo así lo demostraron. Fue él quien desde un principio -en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores- debió asumir el papel nacional en la OEA; tal y como lo hizo Nicaragua con su embajador Denis Moncada. Reservando el papel del Canciller y del Presidente(a) para otras instancias mayores. Nosotros desde el principio quemamos todas nuestras “candelas”, dichosamente el Embajador Castillo y su cuerpo de asesores retomaron el protagonismo y camino correcto.

Además, si se prevé que el asunto puede llegar a la ONU, desde ahora debemos prepararnos. Pues ese escenario es más duro, sumado al cambió de Embajador que se hizo hace algunos meses y quien reconociera su falta de experiencia en estas lides, podría llevarnos de nuevo a un escenario complicado por falta de pericia política.
Las autoridades de Nicaragua están decididas a desprestigiar a nuestro país en cualquier escenario, en eso son muy hábiles. Han estado vendiendo la idea de que es falsa la ausencia de fuerzas armadas en Costa Rica; que nuestras autoridades se prestan para el trasiego de drogas en la frontera compartida; y que nuestro discurso ecológico es hipócrita al ser los “culpables” del deterioro del río San Juan, de lo que culpan al volcán Arenal, al río Colorado y a la minería en Crucitas.

Debemos recordar la “inocente” marcha de nicaragüenses que caminaron desde su país hasta el nuestro, para apoyar a los grupos ambientalistas nacionales en su lucha contra la minería abierta, una solapada solidaridad que preparaba el terreno para culparnos de sus desvaríos.

En Costa Rica dormimos con el enemigo, y no son los nicaragüenses que han migrado a trabajar a esta tierra, son propios costarricenses que se prestan para un juego ideológico sin sentido, y que lo anteponen a los interés nacionales. Muestra de ello fueron las asambleas en la OEA, en las cuales el embajador Moncada fue nutrido de datos, documentos y videos facilitados por fuentes de información a lo interno de nuestro país, y aliados con los intereses del Alba. Así que dejemos de pecar de inocentes. Y esto va para nuestras actuales autoridades ejecutivas que han coqueteado y se han mostrado débiles y complacientes con gobiernos de naciones que no simpatizan con nuestra forma de vivir y de ver la democracia.

Desde mediados del 2008, cuando el encargado de comprar la draga, Edén Pastora, tuvo la negativa del gobierno de los Estados Unidos para darle visa para que la comprara en ese país, dijo: “Estoy seguro que el presidente Chávez me va a vender, a prestar, a dar el crédito o me va a regalar la draga y me ayudará a resolver este problema de quitar tres millones de metros cúbicos de lodo y arena que impide la navegación en 32 de los 189 kilómetros del río”. En aquel momento aseguró que mucha de la culpa de los problemas se debía a los ríos afluentes costarricenses, y denominó la obra como “Regrésenme mis aguas”.

Por favor, pensar que este tema es un asunto solo de reelección para el Presidente Daniel Ortega, muestra a aquellos que así piensan con una inocencia política pasmosa, puesto que hay grandes intereses turísticos, hidroeléctricos, de energía eólica, en fin económicos, que son válidos en Nicaragua y están en su derecho de hacer como nación soberana que son. Empero, que algunos actores particulares nicaragüenses y de otras naciones quieren desarrollar en detrimento de la soberanía y la imagen de Costa Rica. Recomendación: en política es mejor pasar y ser juzgado por suspicaz que por inocente.

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