miércoles, 5 de enero de 2011

Costa Rica: Un balance sociopolítico 2010

José Luis Vega Carballo
Columna "Pensamiento Crítico"
EL CONTEXTO GENERAL

La problemática de la crisis del capitalismo actual no es solamente económica y financiera, sino ante todo sociopolítica. Esto en la medida que gestación, manejo y distribución de costos/beneficios del gran
colapso sistémico han dependido de las decisiones de actores y fuerzas conectadas casi todas ellas con el determinante y concreto mundo de lo sociopolítico. Y seguirá siendo así, incluida su eventual superación, aunque su final podría no lograrse antes de diez o más años, tal cómo sucedió con el colosal desplome de la bolsa de Nueva York en 1929, el cual solo pudo remontarse mediante la II guerra mundial y la planificación estatal y militarizada de la economía de EEUU.

Más aún, una salida del fenómeno es hoy día mucho más compleja y difícil. Pues no se reduce a la esfera de las economías nacionales de unos cuantos países como EEUU e Inglaterra, ni a la de uniones regionales como la UE, sino que la crisis es global y sistémica. Y, para peor de males, se ha entremezclado y potenciado (ha hecho sinergia) con otras crisis o dislocaciones de escala planetaria, generadas por el modelo de la globalización capitalista y neoliberal: crisis energética, eco-climática, geopolítica y militar, ideológica, cultural y de valores, etc. Por eso, esta gran recesión no es igual a las anteriores y esto explica por qué no ha sido posible resolverla con los métodos tradicionales del keynesianismo o de la antigua socialdemocracia impulsora del modelo intervencionista/dirigista del
Estado de Bienestar. Quizás por ello corre ahora el gran riesgo de convertirse en una gran depresión (declive mucho más agudo y prolongado que el de una simple y pasajera baja coyuntural de la actividad financiera y productiva), al haber entrado en una segunda fase para muchos analistas iniciada precisamente este 2010 con las debacles de Grecia e Irlanda o "crisis de la deuda soberana", las cuales amenazan con extenderse a otros países dentro y fuera de la UE, el llamado efecto "contagio".

Y, como era de esperarse, algo de esta segunda fase del ciclo se asoma ya en nuestro horizonte nacional cuando se habla de la necesidad de contener los incrementos del déficit fiscal y la deuda pública, contraídos por el gobierno anterior en un afán por paliar algunos efectos nocivos del primer ciclo de la gran crisis sistémica. Se adoptarse este rumbo, estamos ante el eventual escenario de una nueva "era de austeridad" para los años venideros con elevados costos sociales para las clases medias y trabajadoras, en general, para los sectores más débiles y desprotegidos.

ALGUNAS TRAZAS LOCALES PROBLEMÁTICAS

Terminamos así, en este año 2010 y al finalizar la primera década del siglo XXI, sumidos en una complicada y traumática coyuntura con profundas raíces históricas y globales, y por ende asediados por difíciles y muy ásperos problemas y desórdenes de orden estructural. Es decir, situaciones de desarreglo generalizado muy difíciles de afrontar y trascender en el corto o mediano plazo. Ya que emanan, primero, de la forma cómo por largos períodos se han organizado, relacionado y luchado por el poder los sectores distintos sociopolíticos (dominantes y dominados), en particular alrededor del control del Estado y las políticas económicas y públicas. Segundo, del hecho sociológico de que cualquier salida a esos problemas estructurales y no puramente coyunturales depende fundamentalmente de los resultados que, para esos sectores en constante pugna en la sociedad civil, hayan tenido y a futuro tengan sus emergentes choques y conflictos de mayor o menor intensidad. Pero sobre todo del rumbo de las negociaciones -exitosas o no- que logren entablar con o sin éxito en la esfera política y que podrían alterar la distribución general del poder, lo cual no sucede por azar de un momento a otro. El mayor reto se encuentra, pues, en que los problemas estructurales no se logran solucionar en Costa Rica ni los continuos choques atajarse entre sectores sociopolíticos que no logran (a veces no desean) ponerse de acuerdo para superar el impasse mediante negociaciones fructíferas y pactos razonables y duraderos, no las meras componendas que acostumbran fraguar los partidos políticos existentes.

En Costa Rica hemos tenido en tal sentido en lo que va de este siglo, una mezcla de severas dificultades coyunturales y estructurales, cuya característica sobresaliente es que vienen presentándose una y otra vez sin alcanzar una adecuada superación. La actual crisis no ha hecho otra cosa que agudizarlas aún más, aproximando nuestra situación a la de un "Estado fallido" en muchos respectos. Claro está, que debido a la extrema dependencia exterior en que las políticas de apertura del neoliberalismo nos han puesto -la llamada "globalización"- muchos estiman que cualquier salida que se intente a dicha problemática dependerá de las condiciones económicas y geopolíticas internacionales, donde tampoco las perspectivas son halagüeñas, como hemos visto.

TRES ENCRUCIJADAS DIFÍCILES

En el plano de lo inmediato se observan al menos tres trazas importantes de la problemática nacional que conviene destacar, pero como no podemos profundizar en su análisis en este momento, solo las dejamos esbozadas para retomarlas con detalle más adelante.

1. El gobierno de Chinchilla muestra márgenes políticos muy reducidos de maniobra, tanto externos como internos. Los primeros, se derivan de la gran crisis mencionada y de la decisión de convertir al país en un protectorado de "patio trasero" del imperio gringo, mediante el TLC y la decisión de ofrecerlo sin limitaciones como una base interoceánica estratégica a sus fuerzas armadas; a lo cual debe sumarse la crasa incapacidad de resguardar sus fronteras. Los segundos, provienen de las limitaciones de carácter fiscal para el cumplimiento de las promesas de campaña impuestas causadas por un abultado déficit fiscal, las rigideces del gasto y el incremento de la deuda pública, además de la inoperancia del aparato burocrático estatal. Para cumplirlas habría que aumentar el gasto gubernamental en por lo menos en un 15%, provocando mayores desequilibrios fiscales y sin garantías de efectiva ejecución. A eso agréguese la prematura campaña de Rodrigo Arias que pone zancadillas al trabajo político, particularmente en el parlamento y otros espacios informales claves donde Chinchilla no tiene las riendas del poder real.

2. El país sigue dando tumbos y acumulando saldos negativos en cuanto a pobreza y precariedad del mercado laboral se refiere, por los problemas acrecentados por la crisis del desempleo y el subempleo; lo que contribuye -junto a la creciente concentración de los ingresos en el 20% de las familias más acomodadas- a intensificar la desigualdad y la exclusión social de cientos de miles de familias de menores recursos. Esto genera, desde el plano social, una larga serie de "círculos viciosos" para la economía y su sector productivo, que limitan todavía más el dinamismo y el tamaño de la demanda y del mercado internos, en momentos cuando la crisis externa ha provocado fuertes bajas de la demanda externa y las exportaciones. Esos círculos se ven reforzado por la insistencia en seguir aplicando de manera más y más radical el programa de ajustes o reformas neoliberales promovidas por el Banco Mundial y el FMI, entre otras pro-cíclicas.

Recordemos que ese programa pro-capitalismo salvaje incluye un retiro de la participación del Estado en la economía y reducciones de su volumen y capacidad regulatoria; lo cual, si se une con la tendencia a estancar o reducir el gasto fiscal (especialmente el de tipo social), se traduce en un sensible debilitamiento de las funciones sociales equilibradoras del mismo, en un aflojamiento por tanto de la capacidad gubernamental de ejercer el control social y de asumir la conducción política de la sociedad civil; algo que se percibe muy bien en materia de seguridad ciudadana y administración de justicia donde el deterioro avanza sin parar. Pero también lo vemos crecer en transporte e infraestructura, salud, educación, vivienda y otros servicios públicos esenciales para el bienestar de la población. Se juega aquí con fuego. Pues las beneficiadas directas con esta errada política han sido la delincuencia organizada local e internacional, por una parte, y por otra las demás fuerzas centrífugas o disgregadoras provenientes del aumento de las brechas entre clases sociales; lo que sabemos favorece la ruptura del tejido social, con la consiguiente intensificación de los conflictos, las divisiones familiares y comunitarias, y la violencia en el seno de la sociedad civil. Para empeorar las cosas en este plano de lo social, el gobierno ha procedido, en un sentido muy retrógrado y peligroso, a acrecentar la represión y la criminalización de la protesta social legítima, creando un clima generalizado de temor, incertidumbre y alta tensión; pues deja a la sociedad civil sin mecanismos de escape y canalización de su descontento en la vía pacífica y legal, obligándola a buscar otras opciones para la movilización y defensa de sus intereses y de sus derechos humanos y sociales.

3. Muy conectada con las dos trazas anteriores de la problemática nacional, aparece la tercera: una elevación del grado y complejidad de las "tensiones inter-estructurales" provocadas por un fuerte desajuste entre las aspiraciones sociales en ascenso impulsadas por la globalización del capitalismo y sus medios masivos de comunicación (por ejemplo del consumo, la participación y la movilidad social) y la efectiva capacidad productiva de nuestra sociedad para satisfacer dichas aspiraciones. En efecto, por doquier se observan desacomodos en los estilos de vida y en el comportamiento de las clases y otros grupos sociales, lo mismo que en los distintos niveles o dimensiones de la sociedad civil, que repercuten en los planos de la política y la cultura nacional dislocándolos y generando contradicciones entre aquellos actores que toman las decisiones y los otros encargados de maximizar tradiciones, principios y valores éticos. Pero no solo se dan los choques y desavenencias entre esos niveles estructurales, sino que ahora se extienden al campo ambiental o del mundo natural, poniendo allí en grave tensión a todo el modelo capitalista industrial-productivista de explotación ilimitada de los recursos y fuentes de energía; conflicto que a su vez conlleva severos choques inter-generaciones que se confunden frecuentemente con los provocados por la lucha de clases y otros conflictos de carácter comunitario y más focalizado.

LA INTRANSITABILIDAD Y LA ANOMIA RESULTANTES

Y así sucesivamente van agravándose las tensiones en las relaciones entre actores y componentes de las estructuras de la sociedad sin que el sistema político tradicional los pueda manejar por la vía del diálogo y la negociación. Por esta razón afirmamos que este sistema (Estado, partidos, grupos de presión, organizaciones y movimientos sociales) ha caído en una verdadera "crisis de intransitabilidad": no transita en el sentido de que no fluye ni confluye, no camina por estar bloqueado e interferido por fuerzas encontradas que no hallan puntos de entendimiento ni suscriben acuerdos de larga duración. Al yacer postrado y cuasi paralizado se aproxima ya peligrosamente al modelo de un "Estado fallido" por esos incesantes choques entre fuerzas y sectores opuestos que no comparten una visión de país y tampoco de futuro. La consecuencia de mayor alcance: una condición generalizada de "anomia" política y a la vez social; es decir, de desregulación o carencia de normas, orientaciones y valores claros. Un clima muy propicio para alimentar la conflictividad y los fenómenos de la desorganización personal hasta llegar a la delincuencia común y de "cuello blanco", esta última por cierto muy vinculada a la subordinación del sistema político-judicial a los atropellos de la corrupción planificada y descontrolada que, como sabemos, campea en todos los ámbitos del gobierno y del sector empresarial privado, incluido el transnacionalizado.

Menudo panorama este plagado de problemas irresolutos a la hora de iniciar la segunda década del siglo XXI. Todo un "menú" o agenda pública a la cual estaremos poniendo mucha atención en los próximos meses, ya que se trata de un escenario nacional y global donde la tendencia más marcada es y sería es hacia un mayor desmejoramiento con emergentes acontecimientos que nos anuncian nuevas incertidumbres, inusitadas polarizaciones sociopolíticas y crecientes riesgos-país.

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