lunes, 21 de febrero de 2011

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LA INGOBERNABILIDAD Y LOS RETOS DE LA OPOSICIÓN ACTUAL

La situación actual que vive el país obliga al análisis que de manera objetiva y enriquecedora permita desentrañar el nudo gordiano que hace del desgobierno una constante cada vez más marcada y desalentadora. La inteligencia de “izquierda y derecha” ya han iniciado esta labor, muchos son los espacios periodísticos en que las voces se hacen oír. La consolidación de una república democrática asentada en sólidas instituciones al servicio de los ciudadanos, fue la propuesta que los y las costarricenses dejaron estampada en la constitución de 1949. Luego de la fractura institucional que se produjo con la guerra civil de 1948, sobre la memoria de los excombatientes y de los más de cuatro mil costarricenses que dieron sus vidas al país, el nuevo pacto social optó por la consolidación y profundización de un estado democrático, asentado en las demandas sociales y en el derecho de La constitución, articulado con el bienestar social progresivo y constante para las futuras generaciones y de largo plazo.

Los objetivos propuestos observaron un repunte trascendente en virtud del esfuerzo progresista en manos de campesinos, sectores profesionales, capas medias productivas, los que optaron por ampliar el mercado interno y la provisión de servicios al sector productivo; fue la época de la nacionalización bancaria y de los derivados de petróleo, del financiamiento público, permitiendo una fuerte inversión en: Agua, educación, salud, crédito, empleo, vivienda y desarrollo infraestructural; los procesos de industrialización y la expansión del comercio, las comunicaciones, la energía y el transporte se vieron catapultados (1960- 1970).

Hoy, sesenta y tres años después del doloroso episodio de la guerra civil, la realidad nos señala un sensible alejamiento de las primeras conquistas del sacrificio vivido en el cuarenta y ocho. Los índices de crecimiento y de acceso a los servicios públicos con calidad quedaron estancados – qué digo se vinieron abajo- con la implementación de modelos exógenos que ciertos círculos económicos fueron introduciendo en virtud de un ejercicio abusivo del poder, abuso y exceso se consolidaron como una forma de gobernar en Costa Rica, les permitió hacer del Estado desarrollador una herramienta para uso propio, brindándole a estos poderosos círculos un enriquecimiento sin precedentes y por ende un poder maniqueo y glotón a costa de la pobreza nacional. Inician los años ochentas y con ellos la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural mediante los que se obligo reducir el déficit fiscal conjuntamente con la reducción de la deuda nacional, lo que determino menos inversión en detrimento de la calidad y alcances sociales y geográficos de los servicios públicos conquistados.

Al tiempo en que esos círculos económicos repartidos en un régimen bipartidista, se alternaban en la conducción del estado cada cuatro años, se esforzaron por hacer del bienestar social - el que procuraban las instituciones llamadas a atender la pobreza y necesidades de nuestros conciudadanos - una herramienta de poder y control, basada en la escogencia, en la dádiva, en un clientelismo que deformaría a los electores en doble vía: una que los hacía pensar que las vigorosas instituciones conquistadas para su bienestar, pertenecían a los gobernantes de turno y la otra, que los servicios que a ellos les brindaban esas instituciones, dependían del favor que obtendrían dando su voto a aquel que se presentaba como el más fuerte, el de mayores promesas

El caudillismo ha sido un lastre político que se quedó enquistado después del 48. De esta manera el régimen de partidos políticos en específico postrimeros a la guerra civil y sobre todo, en cuanto a los partidos mayoritarios, privilegiaban más las figuras que los programas de gobierno y la sempiterna ausencia de políticas públicas. Se vació la agenda inicial. Por décadas han manipulado el ejercicio electoral del voto de las grandes masas llamadas a ejercerlo con autodeterminación y pureza - fue la razón de la guerra - así obtuvieron como producto natural de esa manipulación: el abstencionismo electoral que hoy nos paraliza. En la Costa Rica actual, el reflejo de ese abuso del poder político y del poder económico se observa en realidades abrumadoras como son la grave inequidad económica presente en cada rincón de nuestro país, hija espuria y vergonzosa de la voracidad, de la mezquina acumulación y concentración de riqueza en manos de unos pocos, de la inseguridad ciudadana y el tráfico de influencias”.

Por otro lado las grandes masas empobrecidas, cuya falta de acceso a la riqueza social secuestrada, se ven lanzadas a la delincuencia, al narcotráfico, a la drogadicción, al servilismo político y al abstencionismo electoral, las enajena de su entorno ciudadano, haciéndolas creer que el destino político y el manejo de la cosa pública pertenecen a otros y que los males sociales tienen un origen divino o que no son posibles de solucionar por la vía electoral, así las mayorías electoras han caído presas de la abulia, de la abstención política y de la manipulación de los círculos indolentes que detentan el poder y esto tarde o temprano se ha de enrostrar a cada uno de nosotros, es el designio de la pagina de ruta egipcia, mexicana, haitiana etc.

El nepotismo es otra característica que acompaña a la variante actual del caudillismo enquistado en el ejercicio del gobierno. Y puede ser síntoma de una profundización del abuso, como también de la incapacidad de dirección gubernamental.

A partir del año 2010, la continuada administración liberacionista introduce esa variante nepotista en lo que ha denominado paradójicamente: un gobierno “firme y honesto”; por ejemplo, la señora presidenta sufre un atraso pasmoso en decidir sobre cuestiones nacionales sensibles, entre las que se pueden señalar: el grosero intento de aumento de salarios como primera propuesta legislativa comandada por la fracción de su partido; la reducción del presupuesto destinado a la infraestructura para los centros de educación, laxitud respecto a la oportuna clausura de la minera Industrias Infinitas S.A. Crucitas de San Carlos; los negociados a favor de los concesionarios del proyecto Papagayo; la insensibilidad política respecto al necesario diálogo con los gremios y sindicatos nacionales; el manejo clientelista de las becas destinadas a estudiantes sin recursos; soportar en silencio un régimen paralelo de gobierno que mueve ministros, fiscales, procuradoras generales de la República, con la pretensión de Invisibilizar el mal manejo de fondos públicos en la administración anterior y la subsecuente protección de poderosos intereses.

En este escenario, el espectro de la ingobernabilidad se hace más patente aún y la corrupción se potencia entretejida con un partido que gobierna por enésima vez a esta pequeña república, partido que no puede hoy encontrar un rumbo distinto al destino manifiesto de su decrepitud, se afianza y consolida en la conjura de un modelo económico urdido de intereses cada vez más alejados de los intereses nacionales, ¡gobernar para hacerse ricos! dicen los de los mandos altos y medios, y sus “delfines” engullendo millonarios salarios en juntas directivas innecesarias de las otrora instituciones llamadas a propiciar el bienestar social.

¿Qué hacer?

La recuperación del tejido dañado no es tarea fácil. La cuestión no pasa solamente por señalar el desgobierno o el mal gobierno, la corrupción o el nepotismo, es necesario y urgente evaluar la capacidad real de recambio, ¿Cuál es la oferta en manos de los sectores políticos ubicados en la oposición? ¿Con qué instrumentos cuenta para ofrecer un recambio en la conducción del Estado? ¿Es posible forjar una política de alianza nacional en manos de esa oposición? ¿Qué sectores sociales, políticos y económicos estarían interesados en producir un recambio en la conducción del Estado? ¿Cuál ha de ser el nuevo programa, las nuevas reformas, el nuevo pacto, para cuánto tiempo y en favor de quiénes?

Evidentemente las profundas debilidades que padecen los partidos de oposición al PLN, hijas del periodo electoral recién pasado en el que no lograron articular la alianza necesaria que les permitiera al menos, obtener mayor fortaleza en el parlamento, es un tema que debe ser observado cuidadosamente. Los vicios electoreros y clientelistas enquistados en el Partido Unidad Social Cristiana, el oportunismo del Partido Libertario en sus pactos con el PLN al igual que el de los minoritarios “partidos cristianos” son cuestión que no puede soslayarse. Estas estructuras políticas deben ser sometidas a un escrutinio de depuración y compromiso real con su quehacer político y con la ciudadanía.

El Partido Acción Ciudadana (PAC), por ejemplo, otrora visto como la segunda fuerza política, perdió caudal electoral al punto de verse disminuido en seis escaños parlamentarios y para las recién pasadas elecciones municipales, diciembre del 2010, sufrió un revés insospechado por la dirección partidaria. Su precipitación política es evidente. La prevalencia en el mando organizativo de una dirección política continuista, no le permite remontar los graves errores que lo atan a esas derrotas capitales. De alguna manera los vicios enquistados lo impulsan hacia una posición más electorera que programática y que estratégica y esto a su vez, le impide sumar los inmensos recursos que la sociedad civil está dispuesta a dar ante el hartazgo que le produce la escalada de corrupción que de manera cínica ha hecho gala el sector político y económico incubado en el poder.

El congreso ideológico al que se apresta convocar el PAC, en el escenario político actual, por ejemplo, cobra una importancia particular al hacer de hilo de conducción en la búsqueda de respuestas coherentes y atinadas a los procesos de derrota vividos y los retos impuestos por el futuro inmediato; en ese proceso, las bases partidarias deberán desentrañar un pesado fardo de historias a medias, de discursos vacíos y de oportunismo electoral, así como el enquistamiento de virtuales cúpulas como producto de la debilidad electorera en la que ha incurrido la organización política. La democracia interna y el debate profundo y horizontal deberían ser las metas más inmediatas para que ese partido pueda avanzar en la reconstrucción del tejido dañado. Las alianzas tendrían que proponerse abrir espacios mas allá de los partidos políticos, procurarse un denodado esfuerzo por incorporar de manera real y efectiva al sector social existente a lo largo y ancho del territorio nacional, a los sectores empresariales interesados, a las empresas de opinión pública etc.

Los partidos de oposición deberían comprender que la disputa por el poder debe darse en el mundo real, no bastaría con la formulación de pactos en el plano formal de las estructuras partidarias muy debilitadas tal cual se observa hoy; deberían escoger y diferenciar con escarpelo a quienes llamar al pacto del primer embrión unitario, pero sin prejuicios ni sectarismos, valorando la capacidad de cada cual, Volvemos a insistir: sin alianzas no será posible destronar al continuismo “Ario –Liberacionista” y con ello nunca más aspirar conformar una comisión legislativa tal cual sucede hoy, ni siquiera para las tareas más pueriles a cargo del control político legislativo.

El esfuerzo debe ser nacional en donde participen todas las fuerzas sociales interesadas en la restauración y mejora del pacto social originario. ¿Qué y cuánto va a poner cada sector, cada gremio cada ciudadano en ese esfuerzo? Resulta urgente reunirnos a debatir y a trabajar por el futuro de la nación.

Lic. EUGENIO JIMENEZ H. Sábado 12 de febrero, 2011
Cédula 1.483.950.

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