EL CAMBIO QUE REQUIERE NUESTRO PAIS EMPIEZA POR NOSOTROS
Carlos José Cabezas Mora(*)
Compañeros y compañeras:
Hoy estamos todos y todas respondiendo a un llamado. El movimiento sindical me ha encargado trasmitir un mensaje muy importante. Desde la Central General de Trabajadores, organización que represento, nos sentimos honrados de la oportunidad de estar ante ustedes, mis compañeras y compañeros de lucha.
Esta no es simple lucha contra el reajuste salarial del sector privado y público. Es una legítima lucha contra el paquetazo fiscal y la reforma más dañina que se ha propuesto contra el Código del Trabajo hasta el momento.
Quienes dirigen los mecanismos del poder en nuestro país y que lograron imponer de manera fraudulenta el TLC, han querido hacer “mesa gallega” con todos los recursos del Estado, sus instituciones más rentables y con el pueblo en general. Insaciables hacen hasta lo inmoral para asegurar que el aparato del Estado, les sirva para aumentar su riqueza personal.
La clase trabajadora -que somos la mayoría de la población- de toda la riqueza que producimos nos toca si acaso solamente la mitad; mientras que a las clases más ricas, que son menos del 10% de la población, se dejan la otra mitad del pastel. Lo más grave es que se tiende a que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres seamos cada vez más pobres.
Los ricos justifican esta situación injusta diciendo que es “natural”, que es “gracias al capital invertido que hay empleo” que “ellos son los que se arriesgan” y nos compramos la ilusión de que nos caerán algunas migajas cuando ellos satisfechos. Les pregunto: ¿nosotros merecemos migajas si somos los que producimos con gran esfuerzo la riqueza nacional?
Pero para los poderosos dejarse esa gran tajada del pastel no es suficiente, sino que a la hora del pago de los impuestos, la situación es totalmente contraria: por cada colón que reciben las arcas públicas, solamente 15 céntimos los pagan quienes más tienen.
Es decir, los ricos reciben la mitad de la riqueza que producimos en el país, pero aportan solamente el 15% de los ingresos del Estado.
Esto ocurre porque, no solamente existe un sistema vergonzoso de recaudación de impuestos, en el cual los ricos no pagan como ricos, sino que existen un montón de exoneraciones complacientes para con las clases adineradas, las cuales además tienen una gran imaginación para pagar menos de lo que les corresponde o no pagar del todo: más de la mitad de los impuestos que deberían pagar los ricos se evaden.
En realidad los ingresos del Estado costarricense se cargan sobre los hombros de la clase trabajadora, pues el 70% de los mismos corresponde a impuestos indirectos, es decir, al tipo de impuesto que pagamos todos por igual, independientemente de nuestra clase social.
Esta realidad la agrava el proyecto denominado “Ley de Solidaridad Fiscal” ¡Jamás se atreverá este gobierno a tocar los intereses de los ricos! Es cierto que, tal y como queda planteado en la introducción de este proyecto, el Estado costarricense necesita elevar el nivel de ingresos para cumplir con las tareas que se le encomienda. Pero también es cierto que el gobierno de Laura Chinchilla no quiere cobrar, y mucho menos encarcelar a quienes evaden, estafan y roban al fisco.
Los gobiernos de turno han escogido una supuesta estrategia de desarrollo, en la cual cada vez disminuyen más los impuestos al comercio internacional, y entre mejor le vaya a este sector económico peor le va a las arcas del Estado.
Con más fondos el Gobierno podría dar mejores servicios, aumentar el personal de instituciones que están colapsadas por falta de médicos especialistas, inspectores del trabajo, trabajadores sociales, psicólogos y abogados para atender la niñez, modernizar puertos como el de Japdeva, hacer más hospitales, construir viviendas para los más pobres, etc.
Pero poner a las instituciones y empresas del Estado a prestar más y mejores servicios, echaría a perder el gran negocio de las concesiones para los socios de los políticos y eso sí que les duele en el alma.
El paquete fiscal es el parche que pretende poner en el Titanic el Gobierno de Laura Chinchilla ¡Es como poner una curita en la pierna con gangrena!. No toca lo fundamental y más bien refuerza la injusticia existente en el cobro de impuestos.
¿Alguien duda que los ricos tengan muchas fuentes de ingresos para sortear el alto costo de la vida? Pero para el trabajador y la trabajadora su único ingreso es el salario. Algunos hasta pagan un impuesto de la renta por trabajar. Con el salario sobrevive la familia del trabajador y la trabajadora; por eso es tan importante un verdadero aumento salarial, tanto para el sector privado como para el sector público.
¿Acaso existe una política de congelamiento de precios igual a la de congelamiento de salarios? El hecho de que no se le pague a la clase trabajadora por encima de la inflación es en realidad un acto criminal.
¿Se acuerdan ustedes del “memorando del miedo”?, ¿Se acuerdan cuando el Gobierno de Arias definió una estrategia para hacerle creer a nuestro pueblo que sin el TLC todos perderíamos nuestros empleos? ¿Y recuerdan qué está estrategia se ejecutó paso por paso para atemorizar a la población de nuestro país? Hoy vienen a decirnos utilizando las mismas artimañas que de no aprobarse el paquete fiscal habrá 10 mil despidos y rebajos salariales. ¡Quien ha visto semejante desvergüenza! Nos quieren neutralizar sembrando el terror al hambre y desempleo entre los ciudadanos. ¿No es esto acaso una forma de terrorismo?.
Y entonces ¿nos quedamos en un rincón temblando de miedo? ¡Pues no! compañeras y compañeros este es el momento para agruparnos, movilizarnos y fortalecernos, debemos luchar con todas nuestras fuerzas contra este chantaje. Efectivamente, el camino que nos queda es acumular fuerza, promover la unidad sindical y popular, incorporarnos a la protesta nacional.
Sin embargo, existe en este momento un proyecto de ley en la Asamblea Legislativa que pretende criminalizar la protesta social, debilitar a la organización sindical y pone en riesgo los principales instrumentos de lucha de nuestro movimiento: el derecho a huelga y las convenciones colectivas. Esta podría convertirse en la más grande y perjudicial reforma del Código de Trabajo desde que se promulgó en 1943. Curiosamente estas no son propuestas exclusivas de nuestro país, en Wisconsin, Estados Unidos, a la clase trabajadora le están recetando exactamente lo mismo y ese pueblo que ha perdido sus empleos y sus hogares comienza también a reaccionar contra el poder.
Para los enemigos de la clase trabajadora no fue suficiente con casi extinguir al sindicalismo de la empresa privada y ahora vienen por los del sector público, promoviendo y fortaleciendo los llamados Comités o Consejos Permanentes y sus vergonzantes arreglos directos impulsados y manipulados por los empresarios y la Escuela Juan XXIII.
¿Y cómo vamos a defender nuestros derechos, compañeras y compañeros, si nos impiden protestar y nos quitan las herramientas básicas para la lucha? El movimiento sindical, de manera responsable, está dando la lucha parlamentaria. ¡Que no vengan después a decirnos que sólo nos oponemos a las cosas y que no proponemos nada!
Sin embargo, este tipo de lucha, sin el apoyo masivo de la clase trabajadora no es suficiente. Para nadie es un secreto que las trabajadoras y los trabajadores estamos en desventaja en la Asamblea Legislativa. Si las reformas que el movimiento sindical está planteando no se aprobaran, tendremos que volver a las calles a gritar a todo pulmón: ¡NO, al proyecto de Ley de Reforma Procesal Laboral!
Si no salimos a protestar ahora, después, cuando las organizaciones sindicales estén debilitadas y cuando la protesta social esté criminalizada va a ser mucho más difícil salir. Por eso en este momento, no basta con quejarnos con el compañero o compañera a la hora de café o en el bus, no basta con maldecir a los políticos.
Si queremos cambiar esta realidad que perjudica a la clase trabajadora estamos obligados a cambiar nosotros mismos primero, para luego tener la fuerza y la dignidad que obligue a aquellos que promueven un supuesto modelo desarrollo en el cual solo la minoría engorda su poder económico. No podemos seguir escudándonos en frases trilladas que fomentan el temor, debemos dejar de pensar que es penoso desfilar con la clase trabajadora, cuando ¡esto más bien debe llenarnos de orgullo!; debemos dejar de decir que sólo los vagos protestan y debemos comprometernos realmente con la lucha, aunque llueva, aunque haga mucho sol o frio, aunque nos esperen en casa. Porque la protesta puede durar un día o varios, pero los frutos que se alcanzan con la lucha pueden durar mucho, mucho tiempo.
Ahora que leemos los cables de wikileaks, confirman lo que decíamos acerca de la forma sucia y macabra en la que fue aprobado el TLC con Estados Unidos, que le levantan los “chingos” a los políticos, que demuestra “de qué madera están hechos” y hasta a dónde son capaces de llegar con tal de hincharse los bolsillos con los dineros del pueblo; ahora es cuando deberíamos aprovechar la ira y la indignación que nos produce el destape de tanta cochinada.
Esta lucha es por nosotros y por nuestra pequeña Costa Rica, es por esta patria tuya y mía tan maltratada; esta lucha es por el futuro de nuestros hijos y por acabar con esta estafa para las mayorías y poder construir una verdadera democracia. El cambio deber ser más que personal; la rabia que sentimos debe convertirse en una corriente poderosa, deber convertirse en un río de dignidad nacional, en un torrente de lucha por la justicia social y económica.
Si damos el paso adelante que demanda la condición que estamos viviendo no tendremos temor de gritar a los cuatro vientos nuestras banderas de lucha:
¡Viva la clase trabajadora!
¡No a la agresión contra la Clase Trabajadora!
¡No al paquetazo fiscal!
(*) SECRETARIO GENERAL CGT en representación del movimiento sindical costarricense, San José Costa Rica, 10 de marzo del 2011
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