jueves, 16 de diciembre de 2010

Informe Latinobarómetro 2010

Estamos ad portas de “¿La década de América Latina? Hoy día podemos hacer esa pregunta ante el evidente avance en la consolidación de la democracia. América Latina vive su mejor momento desde el punto de vista del estado de sus democracias y de sus economías de los últimos 15 años.

El rol de Brasil como potencia mundial le entrega a la región un lugar distinto en el concierto de las naciones. La elección de dos mujeres así como el combate a la pobreza muestra como la región se va poniendo al día más allá y a pesar de las crisis económicas mundiales. La debilidad de la política y la desconfianza por su parte son el Talón de Aquiles del proceso de consolidación de la democracia.

Diciembre / Santiago de Chile

http://www.latinobarometro.org/documentos/LATBD_INFORME_LATINOBAROMET...
http://www.economist.com/node/17627929
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SINÓPTICA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA 2009-2010 -- CEPAL

En 2009 los países de América Latina y el Caribe se vieron afectados por la crisis financiera global, que alcanzó su mayor intensidad entre el último trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2009.

Como consecuencia, el PIB regional registró ese año una caída de 1,9%, que se traduce en una disminución del PIB por habitante de 3%. El retroceso del nivel de actividad económica afectó el desempeño de los mercados de trabajo en la región; la CEPAL estima que la tasa de desempleo regional aumentó desde 7,3% en 2008 a 8,2%, en el 2009.

A pesar de la acentuada caída del PIB hacia fines de 2008 y comienzos de 2009, en la segunda mitad del 2009, la mayoría de los países de la región había iniciado su recuperación, la cual se consolidó en el 2010. Se estima que el PIB regional alcanzará una expansión de 5,2%, lo que en términos per cápita corresponde a un incremento del 4,1%. Asimismo, a lo largo del 2010, el mayor nivel de actividad tuvo una repercusión positiva sobre la capacidad de generar empleo de las economías de la región, por lo que se estima una reducción de la tasa de desocupación a un 7,8%.

Los elementos que propiciaron este positivo desempeño obedecen a factores tanto internos como externos. Entre los factores internos cabe mencionar la implementación de políticas públicas contra cíclicas por parte de varios países de la región. La solidez macroeconómica que mostraron la mayoría de los países de América Latina y el Caribe en los años que antecedieron a la crisis internacional marcó una diferencia significativa respecto de las dificultades financieras habituales que la región solía enfrentar en episodios de crisis. Los países aprovecharon, como no habían podido hacerlo en otras oportunidades, un excepcional período de bonanza en la economía y las finanzas internacionales para sanear sus cuentas públicas, reducir y mejorar su perfil de endeudamiento y aumentar sus reservas internacionales. Esto permitió habilitar un mayor espacio para la aplicación de políticas públicas, orientado a contrarrestar los efectos negativos provenientes del deterioro del contexto económico externo.

La puesta en marcha de programas de estimulo fiscal y monetario, en un contexto de disminución de la incertidumbre, relativa normalización de los mercados financieros y mayor acceso al crédito, así como de un mayor dinamismo de la economía internacional, permitió una gradual recuperación de la actividad económica gracias al impulso del consumo y la inversión, y en menor medida de las exportaciones.

Dentro de los factores externos se incluyen la continuidad en el dinamismo de ciertas economías asiáticas, cuya sostenida demanda de materias primas -productos exportados por muchos de los países de la región, ha permitido una importante recuperación de los precios y de los volúmenes de las exportaciones, principalmente metales y minerales, petróleo y ciertos granos, beneficiando en mayor medida a las economías de América del Sur. Del mismo modo, la recuperación de la economía de Estados Unidos, aunque a un ritmo lento, contribuyó a un mejor escenario para México y los países de América Central, tanto en términos del aumento de las exportaciones como en la recuperación de las remesas de los emigrantes, que contribuyen en forma importante a financiar el consumo privado.

Los episodios de crisis económica que han afectado a América Latina y el Caribe revelan que estas afectan más a los hogares pobres y vulnerables. La actual crisis no fue una excepción. No obstante, pese a que la crisis global del 2008-2009, puso término a un período de mejoras continuadas en los indicadores de pobreza y distribución del ingreso en la región, no elimina los grandes logros de los últimos seis años. La evidencia parcial disponible sobre la evolución de las remuneraciones nos indica que la caída del PIB per cápita no fue automáticamente transmitida a los ingresos por concepto del trabajo de las familias. La mantención del poder adquisitivo de las remuneraciones en esta coyuntura se explica por la disminución de las tasas de inflación con relación al 2008, y al hecho que estas se han mantenido en niveles relativamente bajos. Pero refleja también la aplicación de políticas sociales que han permitido aliviar el impacto de la crisis para un conjunto importante de la población.

Sin embargo, en el 2009 la CEPAL estima que la tasa de pobreza en la región aumentó a un 34,1%, desde un 33%, registrado en el 2008, y que la tasa de indigencia subió a 13,7% frente a un 12,9%, en 2008. Estas cifras se comparan con una tasa de pobreza de 44%, y una tasa de indigencia de 19,4%, en el 2002. De esta forma, y a pesar de la magnitud de la crisis internacional, el impacto en los indicadores de pobreza en la región, en términos agregados, fue menor que en crisis anteriores.

Pese al dinamismo de las economías de América Latina y el Caribe en el 2010, es necesario tener presente que esta favorable coyuntura resulta, en parte, de ciertos factores transitorios que difícilmente se repetirán en el 2011. La región pudo responder en forma dinámica a la demanda externa y a los estímulos contra cíclicos implementados, sobre la base del aprovechamiento de un margen de capacidad ociosa pre existente que podría agotarse en el curso de la presente recuperación.

A la vez, también se ha estrechado la capacidad de los gobiernos para mantener las medidas de política implementadas anteriormente y adoptar nuevos estímulos sin sacrificar lo logrado en materia de equilibrio macroeconómico durante los últimos años.

A su vez, aunque la recuperación ha sido bastante rápida, persisten importantes interrogantes sobre la evolución de la economía mundial que pueden afectar el panorama regional en el mediano plazo. A la lenta recuperación de la economía de Estados Unidos, se suma la crisis que atraviesan algunos países de Europa que puede afectar los precios y los volúmenes de las exportaciones de los países de la región, la recepción de remesas de algunos países de América Latina y el Caribe, y estimular una mayor volatilidad en los mercados internacionales.

En este contexto, los países de la región enfrentan importantes desafíos. A la necesidad de perseverar en el control de los equilibrios macroeconómicos, se añade el requerimiento de aumentar la inversión en infraestructura y capacidad productiva, y con ello permitir aumentos tanto en la productividad como en los salarios. A esto se suma el desafío de mantener políticas públicas que apunten a la protección de los sectores vulnerables y fortalecer el vínculo entre crecimiento e igualdad. Para lograr estos objetivos, se hace necesario redefinir la ecuación predominante entre Estado, mercado y sociedad civil.

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